Los inhibidores para móviles simplemente emiten ondas de radio en las mismas bandas de frecuencia que los teléfonos, con energía suficiente para colisionar con las señales de los móviles y tirar las comunicaciones o impedir el servicio. Los usuarios, mientras estén dentro de la zona de alcance del inhibidor, verán un desolador mensaje de “sin cobertura” en sus pantallas.
En otras palabras, los inhibidores de frecuencia hacen ataques denegación de servicio: dominan un recurso, en este caso el espectro, para que sea inaccesible.
Los inhibidores de frecuencias son mucho más sencillos de lo que podemos pensar. Grosso modo, el circuito está compuesto por un oscilador que genera la señal y una antena que la transmite. Además, un generador de ruido da forma a las ondas (que obviamente no llevan información) y una etapa de ganancia amplifica la señal para que tenga suficiente potencia (más potencia que la señal que intenta anular).
Como es lógico, hay inhibidores para todo tipo de frecuencias: algunos bloquean comunicaciones móviles (GSM, CDMA…), otros WiFi, otros GPS, y un largo etcétera. Los más complejos pueden funcionar en varias bandas de frecuencia a la vez.
También varían en tamaño, hay inhibidores de bolsillo que se suelen vender en el mercado negro (no mucho más grandes que un teléfono) y los más grandes para uso militar o policial. Según la fuente de alimentación, pueden emitir en un radio mayor (desde pocos metros a más de un kilómetro).
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